Una visión del trono de DiosPara efectos de este estudio, consideraremos
como aun pertenecientes al futuro todos los eventos que se describen a
partir de Apocalipsis 4. O sea que para este estudio se asume la
interpretación futurista de Apocalipsis. También se asume para este
estudio la postura pretribulacionista, o sea que el Arrebatamiento de la
Iglesia tendrá lugar antes de la Tribulación.
Tomando Apocalipsis
1:19 como base para la división del libro, a partir del capítulo 4 se
revelan aquellas cosas que sucederán después, en un tiempo que aún está
por venir.
Apocalipsis 1:19 Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá después.
Siguiendo esta división, lo que has visto se refiere a la visión que tuvo Juan del Señor Jesucristo en el capítulo 1. Lo que sucede ahora
corresponde a la situación de las iglesias, tal como se describe en las
siete cartas en los capítulos 2 y 3. Ahora, comenzando con el capítulo
4, comienza la revelación de lo que sucederá después.
Hay
que recordar que especialmente en los escritos proféticos de la Biblia
muchos de los detalles son simplemente descriptivos y no tienen por
obligación que tener un significado específico. De tal manera que los
detalles, elementos y figuras de la literatura apocalíptica deben ser
puestos en la perspectiva amplia del tema general o del énfasis
principal del pasaje en cuestión. En el caso del capítulo 4 de
Apocalipsis, el propósito principal es presentar la grandeza de Dios, la
cual es evidenciada por lo excelso y suntuoso de la corte celestial.
Por su grandeza y majestad, Dios es digno de ser alabado por toda la
creación. En consecuencia, aquí el tema central es la gloria de Dios.
La invitación al cielo
Apocalipsis
4:1 Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y
la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo:
«Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto.»
El
cielo aquí mencionado no es la capa atmosférica de la tierra ni el
espacio sideral, o sea donde están los astros y las estrellas. En
cambio, este cielo corresponde al tercer cielo, lugar en donde reside la
presencia misma de Dios. No que Juan haya sido trasladado corporalmente
al cielo sino que tiene acceso temporal al cielo por medio de una
visión con el propósito de recibir la revelación divina, de forma muy
parecida a la descrita por el profeta Ezequiel cuando él fue trasladado
en visión.
Ezequiel 8:3 Aquella figura extendió lo que parecía ser
una mano, y me tomó del cabello. Un viento me sostuvo entre la tierra y
el cielo, y en visiones divinas me llevó a la parte norte de Jerusalén,
hasta la entrada de la puerta interior, que es donde está el ídolo que
provoca los celos de Dios.
El poder del Espíritu Santo capacita a
Juan para ver y oír cosas que ningún ser humano puede percibir por medio
de sus facultades naturales.
Lo que se le va a mostrar a Juan es los
eventos que ocurrirán en la tierra en un futuro. Ya que los eventos en
la tierra tienen su origen en el cielo, no es de extrañar que Juan sea
transportado en visión al cielo, en donde está el trono sobre el cual
está sentado Aquel que ha ordenado el cumplimiento de esos eventos.
El Soberano supremo
Apocalipsis
4:2-3 Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo, y
a alguien sentado en el trono. 3 El que estaba sentado tenía un aspecto
semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono
había un arco iris que se asemejaba a una esmeralda.
Lo primero que Juan ve es un trono en el cielo.
Los tronos siempre simbolizan el poder y dominio de los soberanos que
allí se sientan. El simbolismo del trono aparece más de cuarenta veces
en Apocalipsis y en este caso, representa la soberanía absoluta de Dios.
Pero Juan no se detiene a describir el trono sino que pasa a describir
al que está sentado en él. Siendo que este trono está en el cielo, el
Soberano que en él se sienta está sobre todos los tronos y soberanos
que están en la tierra. Este soberano es tan diferente y tan superior a
todos los demás, que Juan no lo describe en términos de la forma
corporal de un ser humano. Más bien, lo describe en términos de
elementos simbólicos que dan a entender la majestad y la magnificencia
de este Soberano. Note que Juan dice que tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. La palabra semejante indica que la descripción que Juan hace no es en términos literales sino comparativos.
En
la antigüedad se denominaba jaspe a una piedra parcialmente
translúcida, o sea que deja pasar la luz pero no ver los objetos
nítidamente a través de ella. Sin embargo, la descripción del jaspe en
Apocalipsis indica un tipo de jaspe de alta pureza equivalente a lo que
actualmente sería el diamante.
Apocalipsis 21:11 Resplandecía con la
gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa,
semejante a una piedra de jaspe transparente.
La cornalina es un tipo de cuarzo cuyo color varía entre el amarillo y el rojo intenso, equivalente al rubí.
La
mención de piedras preciosas y resplandecientes en esta visión
seguramente tiene el propósito de enfatizar el esplendor y la
magnificencia de la gloria de Dios, quien está sentado en el trono,
símbolo de poder y autoridad. El brillo del diamante y la intensidad del
rubí combinados con el verde esmeralda del arco iris en torno al trono
forman un impresionante cuadro de gloria y majestad propios del Dios
único y verdadero.
Los veinticuatro ancianos
Apocalipsis 4:4
Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos, en los que estaban sentados
veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la
cabeza.
Hay cuatro hipótesis principales en cuanto a la identidad de los veinticuatro ancianos:
- Representantes de los santos de todos los tiempos – los doce hijos de Jacob y los doce apóstoles
- Representantes solamente de la iglesia, el cuerpo de Cristo
- Representantes del orden sacerdotal establecido en el Antiguo Testamento para la adoración y el servicio a Dios (1 Cró. 24:4)
- Un orden especial de ángeles creados exclusivamente para adorar a Dios
En Apocalipsis se mencionan dos tipos de coronas: 1) La corona real (gr. diadema) que simboliza la autoridad del rey, y la corona de victoria (Gr. stephanos) que se otorga como premio o distinción, por ejemplo, al ganador de una competencia. Las coronas de los ancianos son coronas de victoria, lo cual da a entender que les fueron dadas como recompensa, tanto más cuanto son coronas de oro.
En este punto del desarrollo de los eventos, la iglesia sería el único grupo que estaría en su totalidad en el cielo y en condiciones de recibir sus recompensas. Esto la da aun mayor fuerza a la hipótesis de que los veinticuatro ancianos representan la iglesia. Sin embargo, esto debe tomarse simplemente como eso – una hipótesis – o sea, una conclusión provisional que puede estar acertada o equivocada.
El Espíritu Santo de Dios
Apocalipsis 4:5 Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios…
Los relámpagos y truenos demuestran la soberanía y el poder de Dios, mientras que las siete antorchas representan al Espíritu Santo. Sin embargo, el número de antorchas no debe interpretarse como una multiplicidad de espíritus, o sea, como si fuesen siete espíritus individuales. La expresión parece estar relacionada con el número siete como símbolo de perfección. De tal manera que cuando Juan habla de los siete espíritus de Dios, no se refiere a siete espíritus distintos sino a la perfección de un solo Espíritu – el Espíritu Santo de Dios. En otras palabras, el Espíritu aquí representado es el “siete veces” Espíritu de Dios o el séptuple Espíritu de Dios, en donde séptuple representa perfección. La expresión siete espíritus de Dios para referirse al Espíritu Santo es exclusiva del Libro de Apocalipsis, en donde se utiliza cuatro veces (1:4; 3:1; 4:5; 5:6).
Es posible también que la relación del número siete con el Espíritu Santo tenga que ver con Isaías 11:2, en donde se describe al Espíritu en términos de atributos.
Isaías 11:2 El Espíritu del Señor reposará sobre él: Espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
Comenzando con El Espíritu del Señor, Isaías lista siete atributos.
Los cuatro seres vivientes
Apocalipsis 4:6-8 …y había algo parecido a un mar de vidrio, como de cristal transparente. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás. 7 El primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un águila en vuelo. 8 Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de venir.»
Lo que a Juan se le asemeja a un mar de vidrio, como cristal transparente es un elemento de la escena en general que contribuye a realzar el sentido de majestad y exclusividad de Dios con respecto a su creación.
Algunos intérpretes consideran que los cuatro seres vivientes representan atributos de Dios, en cuyo caso, la cantidad de ojos es interpretada como la omnisciencia y la omnipresencia de Dios, quien todo lo sabe y todo lo ve. En esta interpretación, la figura del león representa majestad y omnipotencia. Al siguiente ser viviente la Nueva Versión Internacional lo describe como un toro, pero el término en el griego se refiere a una cría de la vaca o ternero, por lo cual las otras versiones más populares de la Biblia lo llaman un becerro. Por ser este un animal domestico de primordial importancia en los tiempos bíblicos, este ser viviente es interpretado como una figura de labor continua, además de que era utilizado para los sacrificios. El que tiene rostro como de hombre representa la inteligencia y la capacidad de razonar. El águila en vuelo simboliza soberanía y supremacía.
Otra interpretación es que estos seres vivientes son seres angelicales dedicados a vigilar el trono de Dios – algo así como una escolta real. Juan dice que cada uno de ellos tenía seis alas y las únicas otras criaturas que la Biblia describe así son los serafines en la visión que Isaías tuvo del trono de Dios. En esa visión también aparece la triple declaración de la santidad del Dios Todopoderoso, llamada el trisagio, lo cual es un himno en honor de la Santísima Trinidad, en el cual se repite tres veces la palabra santo.
Isaías 6:2-3 Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. 3 Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria.»
Las similitudes existentes entre estos dos pasajes le dan a esta interpretación un mayor peso que la anterior.
La adoración de los veinticuatro ancianos
Apocalipsis 4:9-11 Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y rendían sus coronas delante del trono exclamando: 11 «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas.»
El énfasis de la adoración que los veinticuatro ancianos presentan es la dignidad y la excelencia de Dios, las cuales son evidenciadas por la maravilla de sus obras. Dios es el único Creador y Sustentador del universo, por lo cual Él es digno Soberano sobre toda la creación.
Al lanzar sus coronas delante del trono, los veinticuatro ancianos dan testimonio de que la victoria de ellos, representada por las coronas, es solamente debido a la gracia y a la misericordia de Dios. De lo contrario, ellos no estarían allí en torno al trono de Dios como criaturas victoriosas.
Esta escena de la adoración celestial apunta al objetivo final del reconocimiento universal de Dios, al el cual finalmente desembocarán todos los eventos de la historia de la humanidad. La figura central de ese objetivo final de la gloria de Dios es la persona de Jesucristo.
Filipenses 2:9-11 9 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Conceptos clave
- Dios es soberano sobre todas las cosas, inclusive los eventos de la Historia. Él tiene planificado en detalle todo lo que va a ocurrir y ha ordenado los eventos con vista a propósitos definidos que con toda certeza se van a cumplir. Podemos confiar los asuntos de nuestra vida en las manos del Dios que tiene bajo completo control todos los asuntos del universo y de la Historia.
- En la visión del trono de Dios, todas las criaturas, humanas y angelicales, así como todas las entidades, terrenales y celestiales, le rinden culto y adoración a Dios de forma permanente y continua. Nuestra prioridad como hijos de Dios debería ser rendirle culto y adoración a Él en todos los aspectos y momentos de nuestra vida.
- El acto de los veinticuatro ancianos de poner a los pies del Señor sus coronas debería ser para nosotros un ejemplo inspirador. Todo lo que somos y lo que tenemos, así como todo lo que hemos hecho y alcanzado que sea digno de elogio, se lo debemos a Él. Nuestros logros y posesiones son gracias a Él y deberían ser primordialmente para la gloria de Él y no la nuestra.
- Así como
los veinticuatro ancianos rinden al Señor sus coronas, así también
nosotros deberíamos rendir al Señor lo que somos y lo que tenemos para
que con esas cosas le sirvamos a Él en esta vida y traigamos gloria a su
nombre.
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